Eco y Narciso

La historia de Eco y Narciso es un mito Griego que explica la aparición del eco mediante el rechazo de un amor egoísta.

Eco era un ninfa de los bosques y adoraba a la diosa Artemisa; su único defecto era ser muy habladora y querer tener siempre la última palabra. 

Un día, la diosa Hera salió en busca de su marido Zeus, quien le gustaba pasar el rato con las otras ninfas; cuando Hera llegó al bosque de las ninfas apareció Eco, quien logró entretenerla el tiempo suficiente para que a Zeus le diera tiempo de escapar con sus amantes.

  

Pero Hera se dió cuenta de su trampa y la maldijo con estas palabras;  ''por haberme engañado y a partir de este momento, perderás el uso de la lengua. Y ya que te gusta tanto tener la última palabra solo podrás responder con la última palabra que escuches. ¡Jamás podrás volver a hablar en primer lugar!''

Eco, con la maldición a sus espaldas, siguió su vida normal, seguía cazando y 

vagando por los bosques. 

Hasta que un día, vio a Narciso, un joven del cual se habían enamorado tanto mujeres como hombres, no se pudo resistir, y como todos acabó perdidamente enamorada de su belleza.

 Su mayor deseo en aquel momento era conversar con él, así que decidió seguirlo esperando el momento en que Narciso entablara conversación con ella.

 

 En un momento dado, Narciso escuchó el crujido de unas ramas y de su boca pronunció:

-¿Hay alguien aquí?

Y Eco respondió, -¡Aquí!

Como Narciso no vio a nadie dijo, -¡Ven!

Y Eco respondió, -Ven.

Como nadie se acercaba Narciso respondió, -¿Por qué huyes de mí? Unámonos.

La ninfa, loca de amor se precipitó sobre sus brazos mientras dejaba caer, -¡Unámonos!

 

Narciso asustado dio un salto hacia atrás diciendo: ¡Aléjate de mi, prefiero morirme a pertenecerte!

 Ante el vergonzoso rechazo de Narciso, Eco quedó destruida y junto su dolor fue a recluirse en las cuevas y picos de las montañas. La tristeza consumió su cuerpo hasta pulverizarlo, dejando tan solo su voz y maldición.

 

Narciso ya estaba acostumbrado a tener que rechazar todo aquel que se le declarase, ya que nunca habia amado ni su corazón habia pertenecido a nadie; así que tambien se enamoraron de él multitud de ninfas por lo que una de ellas, al ser rechazada, le pidió a Hera, que Narciso experimentara el amor no correspondido y la diosa respondió a su favor.

 

Una fuente de agua cristalina esperaba a Narciso escondida entre los matorrales y ramas del bosque, este se avalanzó sobre ella para beber agua y vio reflejada en ella la perfección, creyéndose que era el espíritu del agua. Quedó extasiado al ver su rostro y se enamoró perdidamente de esa imagen, tanto que quería tocarla y se desvanecia entre las ondas del agua, tanto que quería abrazarla y huía de sus manos. Era una sensación de impotencia capaz de destrozar su alma; deseó alejarse pero era tan fuerte la atracción que no podía separar su mirada de aquella imagen desvaneciente y utópica. Se había enamorado de si mismo.

Desesperado empezó a preguntarse; ¿Por qué huyes de mi, hermoso espíritu de las aguas? Si sonrío, sonries. Si estiro mis brazos hacía ti, tú tambien los estiras. No lo entiendo.

Todas las ninfas me aman, pero tú me menosprecias.

Mientras hablaba una lágrima cayó de sus ojos, borrando la imagen que tenia ante ellos. Narciso suplicó que no se marchara, que se quedara junto a él. -Ya que no puedo tocarte, dejame mirarte.

 

Narciso no comía, ni vivía para otra cosa que no fuera contemplar aquel rostro que había rechazado mil corazones, y que irónicamente había sido capaz de destruir toda esperanza en el amor de este joven, castigándole con la misma moneda que él había pagado.

Se consumió a si mismo y acabó muriendo, las ninfas al querer darle cristiana sepultura se dieron cuenta de que el cuerpo no estaba y que de ahí había brotado una pequeña flor, llamada actualmente Narciso.

 

 

Unos compañeros y yo decidimos representar este mito haciendo un montaje de fotos, donde teniamos que interpretar los personajes y recrear las escenas. Fue muy divertido y dinámico.

Espero que os guste!